lunes, 31 de agosto de 2009

Entonces qué, Samuelsito...

Por: Jonier Castaño Celis[1]

Entonces qué, Samuelsito, no te había escrito nada serio sobre tus “Poemas para nadie” porque no había podido leerlos con calma. Ahora, después de una lectura atenta de los mismos, quisiera hacer un par de comentarios que espero recibás de buen ánimo. Yo los escribo con el mejor.
Primero quisiera anotar que tenés unos poemas buenos, fruto de la particular concepción que tenés sobre la poesía, concepción que en muchos casos no comparto pero cuyos frutos, presentes en esta obra, no son del todo despreciables. Hay imágenes muy ágiles, audaces, si se me permite esta expresión un poco violenta para hablar de poesía, pero tu poesía también es así: violenta. En algunos versos padecés de un defecto que siempre he lamentado y es sacrificar la imagen en aras del concepto, un riesgo que siempre se corre al adoptar tu credo poético. No citaré sucintamente cada imagen porque esto no es un ensayo si no un simple comentario de alguien que, además, dada la naturaleza de sus lecturas y de su sensibilidad, no comparte algunos aspectos de tu obra, pero que no deja de ponderar los aspectos que si le agradan, como tus mejores momentos de lirismo en donde todo el Neruda de residencia en la tierra y el Vallejo de Trilce se dejan sentir sin por ello ser burdos pastiches, si no matizados por tu propia voz, por tu propia música que si bien a veces resulta pesada (esto también lo sacrificás en aras del concepto), como es el caso de la lamentable palabra “exdiálogo” que está presente en uno de tus versos, es también a veces una música triste, pérfida, ácida y desconcertantemente tierna, cualidad última que en vos no deja de ser un poco pasmosa (mamá siempre encantaba al sueño en sus conjuros). Intuyo que lo que más te interesa sobre tus poemas sea la idea, las profundas perspectivas filosóficas que esta pueda abrir. Lamento no entrar a comentar ese terreno pues, aunque aprecio algunas de las ideas que tus poemas transmiten, otras me parecen oscuras, insuficientes para sostener un verso, y dudo si las vanguardias no nos dejaron en una subjetividad extrema que permite imágenes que no transmiten nada, que solo significan para el autor que conoce o presiente su génesis, que no construyen ese puente necesario con el lector que debe tener todo texto poético. Dejo aquí esta discusión ya que conozco tu actitud de suficiencia cuando de abstracciones intelectuales se trata.

Borges dice que tal vez el arte es crear una inminencia, tal vez trascendental, que nunca llega a realizarse, que nos deja en una expectativa incesante, creo que vos lográs ese tipo de inminencia en tus mejores poemas, y, por desgracia, también en los peores. Disculpame por una carta (¿O debería decir correo, e-mail?) inusualmente larga. Te deseo buena suerte en tus búsquedas espirituales.
NOTA: qué bueno el poema número VII, parece estar hablando de uno de esos escritorzuelos que pasean la ficción de su dolor en univalle y en los desgraciados recitales poéticos. Cabemos varios en ese poema, vos mismo sobre todo.

P.D: No dudés en mandarme otras cosas que escribás, yo las leeré y las comentaré con mi mejor disposición.

[1] Escritor Colombiano, estudiante de Lic. en Literatura de la Universidad del Valle – Cali – Colombia, compañero de curso, segundo puesto en el concurso de poesía de Jamundí Valle.

2 comentarios:

  1. Es penoso ver como algunos críticos (escritores) no son capaces ni siquiera de puntuar bien un párrafo. En el párrafo que copio a continuación, se nota una brutal ausencia de mínimo conocimiento de puntuación. Mínimo debería asesorarme ¿no?, el párrafo habría sido claro y comunicaría lo que el crítico quiere decir.

    Dice Jonier:
    "No citaré sucintamente cada imagen porque esto no es un ensayo si no un simple comentario de alguien que, además, dada la naturaleza de sus lecturas y de su sensibilidad, no comparte algunos aspectos de tu obra, pero que no deja de ponderar los aspectos que si le agradan, como tus mejores momentos de lirismo en donde todo el Neruda de residencia en la tierra y el Vallejo de Trilce se dejan sentir sin por ello ser burdos pastiches, si no matizados por tu propia voz, por tu propia música que si bien a veces resulta pesada (esto también lo sacrificás en aras del concepto), como es el caso de la lamentable palabra “exdiálogo” que está presente en uno de tus versos, es también a veces una música triste, pérfida, ácida y desconcertantemente tierna, cualidad última que en vos no deja de ser un poco pasmosa (mamá siempre encantaba al sueño en sus conjuros)."
    Fin de Cita.
    Ups, si así escriben los escritores.

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  2. Uy, le salió una viuda histérica al viejo Richi... (¿Será que puntué bien?)

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